jueves, 13 de octubre de 2011

La conquista de América

Fragmento de La conquista de América, el problema del otro, de Tzvetan Todorov:


Y ahora un relato de Las Casas, que [...] refiere un hecho del que no sólo fue testigo, sino participante: la matanza de Caonao, en Cuba, perpetrada por la tropa de Narváez, a la que está adscrito en calidad de capellán. El episodio empieza con una circunstancia fortuita: "El día que los españoles llegaron al pueblo, en la mañana paráronse a almorzar en un arroyo seco, aunque algunos charquillos tenía el agua, el cual estaba lleno de piedras amoladeras, y antojóseles a todos afilar en ellas sus espadas" (III, 29).
Al llegar a la aldea después del almuerzo campestre, a los españoles se les ocurre una nueva idea: comprobar su las espadas están tan afiladas como parece. "Súbitamente sacó un español su espada, en quien se creyó que le revistió el diablo, y luego todos cuento sus espadas, y comienzan a desbarrigar y acuchillar y matar de aquellas ovejas y corderos, hombres y mujeres, niños y viejos, que estaban sentados, descuidados, mirando las yeguas y los españoles, pasmados, y dentro de dos credos no queda hombre vivo de todos cuantos allí estaban. Entran en la gran casa, que junto estaba, porque a la puerta della esto pasaba, y comienzan lo mismo a matar a cuchilladas y estocadas cuantos allí hallaron, que iba el arroyo de la sangre como si hobieran muerto muchas vacas".
Las Casas no encuentra ninguna explicación para estos hechos, a no ser el deseo de comprobar que las espadas estaban bien afiladas. "Ver las heridas que muchos tenían de los muertos, y otros que aíun no habían expirado, fue una cosa de grima y espanto, que como el diablo, que los guiaba, les deparó aquellas piedras de amolar, en que afilaron las espadas aquel día de mañana en el arroyo donde almorzaron, dondequiera que daban el golpe, en aquellos cuerpos desnudos, en cueros y delicados, abrían por medio todo el hombre de una cuchillada." (pp. 150-151)

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